Os explico como funciona la Providencia de Dios...

por MiIglesia
Sábado 08 de Agosto - Año del Señor 2020


Puedo explicar os como funciona la Providencia de Dios porque la he vivido y la estoy viviendo aún hoy en día.

Antes de todo lo que me pasó en la vida, no sabía claramente que era la Providencia de Dios. Sabía que existía porque he vivido dentro de una Familia Católica y la Providencia es parte de nuestra Fe, pero no la había experimentada o al menos, no era yo conciente de experimentarla.

Mi dí cuenta de la Providencia de Dios después un largo tiempo de mi vida durante el cual perdí el rumbo y me alejé de la Gracia de Dios. En otras palabras, por un tiempo bastante largo, caí en el pecado y me quedé atrapada en ello. Sentía que mi alma estaba cada vez más pesada, más angustiada y me parecía de estar dentro de arena movidiza. El pecado me estaba poco a poco succionando y mi alma gritaba desesperada que no quería estar allí, que se estaba ahogando.

Un día decidí entrar en la Catedral de Barcelona porque era en ésta Ciudad que, en aquel tiempo, yo vivía.

Entré y, a mano derecha, encontré la talla de la Virgen María. Me arrodillé y le pedí, con fervor y entre lagrimas, de sacarme de allí y de la situación en que me encontraba. Le pedí de interceder por mi y por mi marido delante a Nuestro Señor Jesús porque pudiera tener piedad de nosotros y ayudarnos. Le pedí también de darme, cada vez, signos claros de lo que yo tenía que hacer, porque, en caso contrario, no habría entendido ya que me encontraba extremadamente confundida. Rezé un Rosario. Alli, junto a la Virgen, me encontraba en paz. Sentía que mi alma, en Ella, podía descansar.

Algunos días después mi marido perdió el trabajo y, como que su puesto era de responsabilidad, le dieron un buen finiquito. Yo no tenía trabajo pero en vez de desesperarme por la noticia, con gran sorpresa de mi marido, fui aliviada. Por algo inexplicable, sentí que mis plegarias a la Virgen habían sido escuchadas. Entonces decidimos alejarnos de allí e ir a otra Comunidad. Si en 6 meses ninguno de los dos habría encontrado trabajo, habríamos vuelto a Italia, con nuestras Familias.

Después 6 meses mi marido encontró trabajo en la provincia en que nos encontrabamos y allí, frecuentando las Misas dominicales, encontremos un Párroco quien, por su forma de ser y de hablar, nos dio la confianza necesaria para abrir nuestro corazón y reconciliarnos con Dios a través del Sacramento de la Confesión.

Después de la Confesión mi alma se sentía ligera como una pluma, aliviada. Estaba otra vez respirando después años de sufrimiento interior. Pero la lucha no había terminado. El hecho de confesarnos no quiere decir que estamos invulnerable al pecado. Hemos tenido que controlar nuestra naturaleza para no caer de nuevo en lo mismo, pero ya tenía claro que la condicción del pecado te hace cada vez más pesado, más esclavo y crea verdadera interferencias entre el alma del pecador y Dios. Es como si estuvieras intentando sintonizarte su una frecuencia radio pero no puedes escuchar casi nada porque hay interferencias. El pecado proboca éstas interferencias y solo la Confesión puede desminuirlas hasta casi anularlas pero cada uno de nosotros debes también poner su esfuerzo por su parte.

Desde allí, yo y mi marido hemos decidido limpiar cada vez más nuestra almas. Hacer un exámen de conciencia rigurosos cada vez que nos dabamos cuenta de nuestros errores, debilidades y pecados. Y poco a poco, no obstante la crisis económica que, en éste proceso, hemos sufrido, cayendo en la pobreza, la Providencia de Dios nos acompañó bajo la forma de personas buenas que nos ayudaron para no perder lo poco que tenebamos y para poder establecer raíces en el pueblo en qué, al final, estabamos viviendo. Un pueblo que eligió la Virgen María por nosotros, a través de una serie de situación también extrañas, pequeñas pero constantes que nos permitieron hacer raíces en un pueblo en donde su Patrona es la Virgen de la Paz...

... Continuará...