Una invitación a la Oración con miradas al Cielo...

del Blog de P. Livio, Director Radio María Italia

Queridos amigos,

tratemos de entender lo que está pasando hoy en día. Esto es algo gordo.

Se ha abierto una verdadera guerra en Europa y es una guerra muy amenazante, incluso con alusiones al uso de bombas atómicas, lo que deja claro con qué espíritu se preparó y llevó a cabo. Nuestra Señora ha visto bien, y nos viene diciendo desde hace mucho tiempo que hay guerra en el mundo porque hay odio en los corazones, que cuando no hay amor a Dios hay soberbia, codicia y por eso satanás se lleva posesión de los corazones, tomando posesión de las personas.

El verdadero riesgo, incluso antes de las bombas atómicas, es lo que está en los corazones, porque si hubiera paz en los corazones, las bombas atómicas permanecerían dormidas por la eternidad. En cambio, no es así. Son un peligro porque en los corazones hay agitación, confusión, y sobre todo están lejos del amor de Dios, son propensos a las ambiciones humanas, a las ganancias humanas, están bajo la influencia del príncipe de este mundo.

Desgraciadamente, queridos amigos, cuando uno se aparta de Dios, se aparta de la Verdad, del Amor y de la Paz, y por tanto lo que se consideraba imposible se hace posible.

Durante la pandemia escuchamos los mensajes de Nuestra Señora y doce veces nos habló de nuestro alejamiento de Dios, de que el demonio trata de engañarnos, de atraernos hacia él. Cuantas veces nos ha dicho que satanás quiere odio, satanás quiere guerra; cuántas veces nos ha invitado a la oración y al ayuno. Digamos que todos estos Mensajes han sido a veces muy fuertes, ya que nunca en cuarenta años Nuestra Señora había afirmado que Satanás reina.

En el Mensaje del 25 de marzo de 2020, Nuestra Señora repitió lo que había dicho en 1991 cuando se derrumbó la URSS, a saber, "satanás quiere destruir vuestras vidas y el planeta en el que vivís". Queridos amigos, ni siquiera lo hemos tomado en cuenta, no hemos entendido cuán graves son estas palabras de Nuestra Señora, que siempre es muy mesurada, nunca quiere asustarnos, pero nos muestra los peligros y las formas de evitarlos. Incansablemente, como una Madre, nos invita a la oración, a la conversión y a la vuelta a Dios, más de una vez ha repetido que para un mundo sin Dios no hay futuro ni vida eterna.

Nuestra Señora está aquí con una presencia que nunca se había dado en el transcurso de dos mil años de historia; es la presencia más larga de Nuestra Señora en la tierra, dijo que era la última vez que venía a llamar a la humanidad a la conversión.

Apareció con la Corona de 12 estrellas, es decir, como la Reina frente al dragón, es decir, satanás liberado de las cadenas; el dragón del odio, de la guerra, el dragón de la destrucción, que quiere acabar con la obra de creación y redención. La Reina de la Paz está aquí para esta gran batalla, que nos aseguró que vencerá, pero vencerá con nosotros, porque no sólo está en juego el futuro del mundo, sino también las almas que se salvan, y la salvación eterna de cada uno de nosotros.

En su último Mensaje, Nuestra Señora dijo que satanás es fuerte y atrae hacia sí a tantas almas como sea posible.

Queridos amigos, vivimos desde hace tiempo en esta perspectiva escatológica, apocalíptica (apocalipsis entendido en sentido cristiano, es decir, el desencadenamiento de las fuerzas del mal y la presencia de Dios para salvar a su pueblo). De hecho, Nuestra Señora reiteró que Dios nos ama y que Él la ha enviado para salvar nuestras vidas y la tierra en la que vivimos.

Queridos amigos, pasemos nuestro día en oración, meditación e incluso dedicando algunos minutos a nosotros mismos, a la relación que tenemos ante Dios, si estamos en la Gracia de Dios, si estamos en el camino de la fe, de la salvación, y por lo tanto, buscamos comprender lo que Nuestra Señora nos dijo: que en el fondo lo que realmente nos pertenece es nuestra alma, que el Cielo es nuestra meta; en los últimos Mensajes no hizo más que recordarnos el Cielo, para decir que esa es la meta que debemos conquistar.

de: "La lectura cristiana de las crónicas y de la historia" - P. Livio