Los Sagrados Corazones de Jesús y de María son nuestro refugio seguro en el tiempo de la tribulación.

27 de Marzo - Año del Señor 2022

del blog de p. Livio - Radio María Italia


Queridos amigos,

La Consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María que el Santo Padre ha realizado el pasado viernes 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación, ha sido un acto de UNIDAD de nuestro corazón junto a lo de toda la Iglesia.

En particular, la Reina de la Paz nos exhorta a la Consagración a los Sagrados Corazones, en el tiempo en que satanás es liberado de sus cadenas: “De manera especial ahora que Satanás está libre de sus cadenas. La invitación a consagrarme a mi corazón.” (1 de enero de 2001)

La Consagración se puede hacer con una fórmula clásica o con palabras muy sencillas junto con las oraciones de la mañana y de la tarde.

“Al comienzo (o final) de este día, Madre mía, renuevo mi Consagración (y la de mi familia) to tu Inmaculado Corazón y al Sagrado Corazón de tu Hijo Jesús”. Y sería buenísima cosa hacerlo cada día de nuestra vida, ya que el escudo que debemos construir para frenar las fuerzas del mal deberá ser muy fuerte y por todo el tiempo de las tribulaciones.

La consagración, para ser eficaz, requiere un camino interior, que tenga como centro nuestro corazón, de tal manera que lleve a ser uno con los Corazones de Jesús y de María.

El primer paso, que Nuestra Señora nos pide innumerables veces, es abrir el corazón a Jesús, como cuando abrimos la puerta de casa para dejar entrar a una persona de confianza.

Se trata de acoger a Jesús y a María en nuestra vida, de manera de vivirla con ellos en todo momento, para que puedan guiarla, protegerla y enriquecerla en buenas obras.

Para hacer esto es necesario vivir en la gracia de Dios y confesar cada vez que, por desgracia, tenemos que cometer pecados graves.

El segundo paso que nos pide Nuestra Señora es purificar el corazón, para que sea cada vez más digno de ser el hogar de Jesús y María.

Es un trabajo cotidiano sobre nuestros defectos, sobre nuestras debilidades, sobre nuestros vicios y comportamientos, de manera de ser cada vez más imagen viva de Jesús y María.

Es como el trabajo que hacemos en el jardín cuando uno por uno arrancamos todas las malas hierbas que intentan prevalecer.

El tercer paso al que nos exhorta Nuestra Señora es a darle el Corazón, para que sea todo suyo y de su Hijo Jesús.

De esta manera Jesús y María se convierten en el amor de nuestra vida, como testificó San Juan Pablo II, el Papa “Totus tuus”.

Gracias a la Consagración a los Sagrados Corazones tendremos la luz y la fuerza para superar las dificultades, peligros y engaños de este tiempo de prueba.

Vuestro padre Livio